martes, 22 de mayo de 2012

Cuento - Marco

Por Xavier
Estaba sentado detrás del escritorio de su estudio en una posición como si se encontrara cautivado por una obra teatral, o posiblemente veía algo diferente en su viejo estantes de libros. Su nombre era Marco, legado de su padre, el cual fue un intelectual fascinado – por no decir obsesionado–  de los emperadores romanos, se encontraba sumergido en los viejos recuerdos de pocos años atrás.
Pero sin duda, lo que rodeaba la mente de Marco era Isabel: La bella mujer que lo había y sigue hasta ahora cautivándolo.
Recordaba que ella había preferido alejarse de su lado. Los motivos eran cosas que solamente ella sabia, pues ni ella quiso dar explicación ni Marco la solicito. Solamente había dicho unas cuantas palabras:
– ¡Pues vete! Yo no tengo motivos para mantenerte atada a mí, a la fuerza. Solamente te pediré que no voltees a ver mi sufrimiento, no hay necesidad de que disfrutes de mi fracaso.
Isabel sólo contestó:
– Fracaso es lo único que tienes en el alma, es por eso que me voy y espero que seas feliz.
Marco solamente se quedó mirando la puerta mientras Isabel la cerraba. En este instante, sustituyó su inmenso dolor con un gran rencor que jamás disminuiría. Erróneamente había pasado los días siguientes de la partida de Isabel  imaginándola  en su habitación, pensando las cosas, tal como lo hacia él en su estudio. Pues un viejo amigo le hizo saber que ella se había ido con otro.
Marco mantuvo una fachada de serenidad, mientras que por dentro el rencor creció al imaginar a su amada Isabel en brazos de otro. Sonriente y feliz cuando él estaba solo y triste sentado en su sillón.
– Malditos recuerdos que me no me dejan en paz. No hay mayor don que el de olvidar. Cuánta razón tenías Nietzsche. Dijo Marco.
En eso sonó el timbre unas cuantas veces, con un tono melancólico, tal vez nostálgico. Y al abrir la puerta era Isabel. Poesía un tono nostálgico, ojos vidriosos como si hubiese llorado [aunque a la vista de Marco, era sólo su táctica] y con una pose segura de sí misma como si él hubiera olvidado todo, dijo:
– Hola Marco, ¿puedo pasar? – Mientras dejaba a la vista sus maletas, que años atrás por esa misma puerta habían salido.
– Adelante, bienvenida nuevamente – Con una sonrisa, siendo la única mueca que se formo en su rostro, la recibió.
Por supuesto que era motivo de felicidad el hecho de volverla a tener en casa. Pero no precisamente para amarla con locura, sino para aprovechar la oportunidad que le había dado el destino para volver a calmar su alma, para aprovechar el momento y poderse vengar.

2 comentarios:

Breve pero conciso, me gustó mucho la historia, y no me imagino qué situación le pudo haber pasado a Nietsze como para decir que el mayor don es el olvido.

Matalaa! XD jejejej #badjoke

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