viernes, 11 de mayo de 2012

El humor y la literatura



Por Sinuhe el perdido
... ese humorismo reflexivo y crítico,
tras el cual se oye latir el corazón...
Heinrich Böll

¿Cómo escribir humor sin morir en el intento? Bastará con que figure la palabra humor en el título de un libro o un texto para que uno sepa que el lector saldrá defraudado. Deja un gusto triste, como de bufón que una vez que dijo sus chistes se le invita a retirarse. ¿Y todo el humor que no tiene que ver con la risa? Cómo diría Cortázar no buscamos una risa de fin de semana un paréntesis de un tour exótico, sino una mirada de poeta burlón implacable.

Aunque el humor, como todas las cosas, se resista a que lo destripen procedemos a analizarlo con curiosidad de niño que desarma un juguete, no para matar el misterio, sino para ensanchar el placer.

I

La comedia tiene su origen en los cultos a Dionisios. Hera, esposa, y antes hermana, de Zeus, poseía problemas de conducta. Era celosa, violenta y vengativa, capaz de provocar cualquier tempestad cuando la contrariaban.

Por otra parte, Zeus, entre licencioso, dios de dioses, mujeriego, y marido que se las arreglaba como se las podía, buscó la manera de unirse con una tal Sémele. Ella queda embarazada y concibe a Dionisios, pero éste muere antes de nacer. Zeus, al ver tal tragedia, cose Dioniosos a su muslo y de esta manera su hijo nace dos veces.

Hera, como era de esperarse tomó a mal la aventura de su marido y descargó su furia contra el pobre Dionisios. Ordenó a los Titanes que lo despedazaran, cosa que a los Titanes les cayó de maravillas, pues no sólo lo machacaron, se lo comieron.

Afortunadamente, Rea, tuvo que componer los deslices maritales de los padres, típico de las abuelas. Reconstruyó y le devolvió la vida a Dionisios. Zeus, para no arriesgarlo más, lo alejó de Grecia, y al muchacho lo criaron unas ninfas.

Ya adulto, Dionisios, descubrió la vida y sus bondades; pero Hera, quien lo tenía bien ubicado hizo todo lo posible para hacerle la vida de cuadritos; lo enloqueció. En ese estado, Dionisios, salió a recorrer el mundo acompañado por un ejército de salvajes sátiros y sacerdotisas.

Cibeles, diosa que personificaba la potencia vegetativa, al ver los desmanes y crímenes del ejército de Dionisios, lo curó. Finalmente, el poder de Dionisios, también llamado Baco, fue reconocido y llevado al cielo no sin antes imponer su culto: Las Bacanales.

Estos ritos, que probablemente celebraban el retorno de la primavera, eran una fiestas caracterizadas por el desenfreno, el éxtasis y el libertinaje. Se celebraba el placer de la vida, y durante varios días se bebía vino en abundancia. Este festejo pasó de Grecia a Roma. Sumó cortejos enmascarados y luego, más elaboradamente, continuó con coros que desfilaban e iban satirizando al público con ataques y críticas.

De esta manera la evolución continuó, y así como la tragedia evoca a lo oculto y trascendente, la comedia se ocupó de reflejar la actualidad. En la antigua Grecia, el dramaturgo hacía la crítica pública. Aprovechaba la oportunidad de las Grandes Dionisias, que se celebraban cada primavera, días en lo que nada era sagrado y por ende castigado, y con sus obras podía condenar al tirano, satirizar a oscuros filósofos, cuestionar el dominio masculino, mofarse de la moralidad sexual y convertir a los dioses en objeto de escarnio. Castigo público que no debió ser fácil sobrellevar, pues si la obra era exitosa, sobre una población de la Antigua Atenas de más de treinta mil personas, asistía casi la mitad. Hacia el 420 a. C., Aristófanes logró grandes éxitos con sus comedias.

Al igual que los cuentos y juegos tienen sus raíces en antiguos ritos y en los mitos, lo cómico está relacionado con esos viejos ritos de fertilidad. La comedia clásica, antes de ser una representación, fue un ritual colectivo de la alegría, de la vida y de la fertilidad.

Mijail Bajtin encuentra que este modelo carnavalesco está presente en toda la historia de la literatura, con su visión desenfadada de la vida y una actitud subversiva respecto al esquema de valores, y jerarquías de la sociedad establecida, a la que somete a la crítica a través de la sátira, la degradación paródica y la ruptura de tabúes.

La potencia y el carácter revoltoso del fenómeno humorístico se sintetiza en las historias mitológicas, y en los cultos y prácticas que se derivan de ellas. Podríamos tomarlas como alegorías del humor.

II

El humor se presenta de varias maneras. A veces nos reímos con un escrito que ridiculiza a un político y a veces porque alguien se cae en la calle. Hay quienes se ríen de un chiste ingenuo y hay quienes lo hacen de alguna malformación. Hay risa que surge de vencer o destruir. La de los sádicos que se divierten del sufrimiento ajeno, incluso provocándolo.

El humor no es neutro, ni está desligado de las relaciones del poder. Puede ser complaciente con él. Cómicos de cuarta burlándose de homosexuales, borrachos, pobres, y cualquier cosa alejada de aquí y ahora. Es una risa a la que podríamos llamar de fuga, pues intenta ocupar el lugar de lo que no se puede decir. Busca llenar esos huecos de verdades con chistes que distraigan. Pretende que el humor sea entretenido, o que ésa sea su función: distraer. En otras palabras, que sea inocuo y esconda la realidad.

El humor puede señalar la necesidad de cambio, pero también ser un instrumento conservador. La más miserable cuota de poder logra que alguien se sienta con el derecho a burlarse de otros sólo porque es extranjero, negro, pobre, sensible o nuevo en la comunidad.

Hay un humor más grosero asociado a una sensibilidad más grosero, y hay otro más complejo y sutil que corresponde o una sensibilidad más compleja y sutil, el que reacciona y desafía; el que nos confronta con la realidad; el de quien se ríe de los demás mostrando que hay que reírse de uno mismo; el que pone a La familia Burrón, Oscar, Martín Romaña, Fedetestas por encima de las instituciones; el que es expresión de una vitalidad gozosa. El de El malvado Carabel, de Wenceslao Fernández Flórez cuando es robado al querer robar, y sigue aferrado a su ilusión, sin rendirse ni traicionarse, revelándonos un territorio humano en el que podemos ser invulnerables. El de El bodegón de las cebollas, de Günter Grass, que no esquiva esa época de posguerra que Alemania no sabía como enfrentar. ¿Qué quiere decir llorar con cebollas? Tal vez estábamos tan duros que necesitábamos de las cebollas para salir de nuestra parálisis, que éramos tan hipócritas que recurríamos a las cebollas, como si no hubiera motivos en la vida.

El juego humorístico, es un hecho que se refiere a otro, con el que guarda una relación crítica que se expresa con un planteamiento paródico, absurdo, disparatado, irónico, satírico. Genera una tensión entre el ideal que uno propone y un “no-ideal”, una incongruencia, que el discurso humorístico denuncia.

III

El humor es un tema de óptica, mejora la vista. Llevamos siglos leyendo leyendo la vida desde la perspectiva del poder, es decir, desde la manipulación de los valores o una tergiversación de la cultura; entonces llega el humor y barre esos espejismos con su dimensión humana de la realidad.

El héroe clásico mata al dragón y libera a la princesa; el héroe cómico mata a la autoridad y libera a su grupo. El humor siempre es un disparo contra la autoridad: una persona real, una institución, el Gobierno, una imagen religiosa. Pero también, en un sentido más amplio, en los códigos sociales de buen comportamiento, valores éticos, horarios, tecnología, etc. En un sentido aún más amplio la lógica como principio de autoridad: las reglas del lenguaje, las gramaticales, las de ortografía. Y todo aquello que de alguna manera ponga un límite: el principio de la realidad, el miedo, una enfermedad o la muerte.

Contra eso se rebela el héroe cómico alternándonos de la estupidez ajena y propia.

IV

El humor posee dos caras: una que dispara sobre la autoridad y subvierte las relaciones de poder; y otra ligada al placer. Dionisios, quizá por su infancia, simboliza la emancipación de prohibiciones y tabúes, los desfogues, la exuberancia, el regreso a un caos inicial. No violento, ni amargo, sino delicioso y exuberante, como el que encontramos en El informe de Brodie, de Jorge Luis Borges.

Una función del humor, tan esencial como la que desafía a la autoridad, es la que se entrega al placer. Por ejemplo, en el Discurso del oso, de Cortázar, el eje no se construye en una dialéctica con la autoridad, sino en un juego sensual, que abandona el principio de la realidad y adopta otra lógica, la del deseo.

El humor impide que nadie se convierta en la estatua de sí mismo. Pongamos por ejemplo a la pobre Sémele, una de las imágenes más delicadas y bellas sobre los peligros de la idealización, y de su hijo Dionisios, que más allá de toda fiesta ruidosa, nos recuerda el cielo que merecemos no a pesar de ser animales y disculpándonos de esa vergüenza, sino por eso mismo. Por estar hechos de historias fallidas, de discursos pretenciosos, y de volar en alfombras gastadas. El humor es la luz de la oscuridad, y la oscuridad de la luz.

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